Este es uno de los proyectos que quizá tenga el récord del proceso más largo, desde que abrí el blog. Las lanas las compre hace como dos veranos. Waselwasel organizó un KAL y cuando vi el patrón que iban a tejer… Me gusto muchísimo: una construcción diferente y un reto más, de esas veces que sabes que nada más la prenda piensas “no tengo ni idea de cómo está tejido, pero que chulo”. Así que ahí estaba yo, con la duda existencial de si lo tejía o no, con un angelito en un hombro y un demonio en el otro ¿y al final? Pues ganó el demonio.

Compre las lanitas y el patrón y las metí en el alijo lanero con la vana esperanza de “ya lo tejeré”. Y ahí quedó todo, ese verano no lo tejí, y al siguiente, pasando una crisis de mono tejeril, rebusque y encontré el patrón, las lanas y las agujas.

La lana del patrón es Holst Garn, 100% Lana, pero… A mí no me convenció mucho. Sí que es verdad que tienen un colorido que muchas otras madejas envidiarían, pero el tacto es un poco áspero, cosa que me decepciono un poco cuando empecé a tejer, pero también leí en foros que es normal, que cuando lo lavas pasa de ser un poco lija a suave. Cuando lo termine lo bloquee como siempre: mojando y echando en el agua un poquito de suavizante. Y tampoco es que el tacto haya mejorado mucho, pero el chal ha quedado bien chulo. Por si alguien está pensando en hacerlo, con una lanita de Malabrigo quedaría muy muy bien por ejemplo.

Espero que os guste el resultado y usted y yo nos volvemos a leer el Lunes, que tengo una sorpresilla navideña para ustedes. 😉 ¡Feliz Sábado!